7 de mayo de 2015

Roma

Y sin pensarlo,
me apuntaste directo al alma,
con el arma más blanca
jamás utilizada
aquella, con la que todo el mundo quiere
suicidarse pero tampoco quiere ser asesinado con ella.

Pero cuando te disparan,
lo único que quieres es que no te deje en el intento,
que no te apunte directo al corazón,
porque fue él quién te llevo a ese quiero y no puedo,
fue la razón, quién te hizo dudar de ello
¿Y tú?

Tú me disparaste,
como si fueras esa parte de mi que rogaba necesitarlo,
intentarlo,
saber que se siente,
y si realmente merece la pena perderse en el intento.
El problema es,
si es posible vencer a ese arma,
salir inmune, ileso, sin efectos colaterales.

Pero a día de hoy, un disparo al corazón
no tiene victoria.
Aunque te recuperes, ese tirador se llevo un trozo de ti,
y lo que tratas es de remediarlo,
creyendo que otro disparo más, hará que te olvides del anterior.
Aunque lo que nadie entiende es que una bala de amor,
no tiene solución,
y que si alguien sale corriendo tras pegarte el tiro,
entonces es ahí cuando estás perdido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario