Y vuelves a arroparme
con tu calma y serenidad.
Te conviertes en un mar de constelaciones,
dignas de admirar
en un sin fin de armonías
que hacen cesar
esta intranquilidad
que me recorre hasta encontrarte
cuando voy reptando hasta ti.
Y vuelves a llover,
vuelves a caer sobre mí
¿y yo?
yo me dejo abatir.
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