4 de octubre de 2012

Libertad de expresión, ¿Dónde?

Yo ya no sé por donde coño escribir lo que siento ya. Osea, no me lo voy a callar, basicamente, no soy de las que lo hacen. Me gusta contar lo que me pasa a  mis amigas y que me ayuden, y me apoyen y me hagan olvidarme de todo lo malo. Me gusta contarlo por la simple razón porque sé que a alguien que se lo cuente, tendrá la solución para mi, para mis problemas. Pero lo más gracioso es, que yo cuando le cuento algo a alguien, es mi problema, pero antes le digo que no se meta, que solo me ayude a mi, pero que ello implica no decirle nada a la otra persona y aunque tenga amigas que lo hacen, apuesto la vida a que lo hacen de buenas, pero aún así, me cae a mi la mierda de lo que no hago. Es así. Es penoso, ¿no? Más penoso es llamar gorda a esa persona que un día te importó, decirle que está guapa para hablar, que si no se miro en el espejo. Y jode más aún, sabiendo que quién te lo llamó, sabe que te jode. Así que, perdonar si pongo cosas que no os gustan en el jodido twitter pero es MI twitter y twitteo lo que quiero. Tengo 15 años, lo siento si vosotros madurastéis antes, pero de los daños se aprende. Maduraré cuando lo vea conveniente y, creo que mucha gente, lo de madurar, tendría que pensárselo más, que quizás sea madura, pero en ciertos asuntos un poco débil. Debe de ser que aquí nadie sufre por nadie. Pues nada. Soy la rara. Pero soy la rara que va a twittear lo que le de la gana, porque soy una malotah y porque de momento, en este país, hay libertad de expresión. 

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