De verte,
perderme,
acariarte
vaciarme.
Conducirte en medio de la noche,
guiándome por los dos soles
y sin parar.
Todo recto y de frente hacia ti,
colisionando como si solo fuéramos uno.
El abismo en el que te conviertes de repente,
y el poco vértigo que me da recorrerte.
Yo, que siempre tuve miedo a las alturas
esta vez estoy en la más alta cima
contemplándote, estrella.
Y tú, con tu musa,
contemplas las dos estrellas a mi vez
creyendo que no hay nada más impresionante
pero vuelves a equivocarte.
No hay nada más bonito
que una mirada a través de las ventanillas
y que la noche sea clara.
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